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Detenido un hombre en Alicante por matar a sus padres y a su hermano

Alicante

Detenido un hombre en Alicante por matar a sus padres y a su hermano

Una discusión por el dinero y el consumo de drogas pudo desencadenar el triple crimen




“Este es un barrio maldito para la juventud. Nuestra escuela ha sido la calle y las drogas. En todas las periferias de las ciudades pasa lo mismo”. Juan, un hombre de 46 años sin conocimientos sobre sociología, describe así su infancia, su realidad. La conversación con el periodista transcurre en la terraza de un bar de Juan XXIII, en el distrito norte de Alicante, a escasos metros del edificio donde un amigo suyo, un antiguo compañero de colegio, acaba de ser detenido por matar presuntamente a cuchilladas a sus padres y a un hermano.

La policía sospecha que una discusión por dinero entre los hermanos, ambos toxicómanos bajo tratamiento, pudo actuar como espita de la tragedia. Fue el propio sospechoso, con antecedentes por violencia doméstica el que avisó sobre la una y media de la pasada madrugada, con una llamada al teléfono de Emergencias, el 112. Las víctimas podían llevar muertas para entonces más de 24 horas.

El triple crimen se ha registrado en la calle Maestro Enrique Granados, un enclave peatonal jalonado de bloques de viviendas sociales que albergan un importante núcleo de población marginal, una zona históricamente lacerada por la pobreza, el narcotráfico y la delincuencia.

El presunto parricida mató supuestamente a Álex, su hermano de 42 años con un cuchillo de cocina e hizo lo propio poco después con sus padres, Pepe y Encarni, de 71 y 69 años, respectivamente. Los agentes del grupo de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía tratan de dilucidar ahora en qué momento exacto lo hizo, entre el jueves y el viernes. El arrestado se ha negado hasta ahora a prestar declaración en comisaría.

Algunos de sus vecinos escucharon voces procedentes del piso, ubicado en una tercera planta, que reclamaban ayuda dos noches antes. Además, testimonios que todavía no han sido contrastados por los investigadores, apuntan a que Javier (nombre del implicado) fue visto sobre las cinco de la tarde del viernes en su misma calle. Estaba sentado en un banco y presentaba una herida que él mismo atribuyó a un “pinchazo” recibido en el transcurso de una pelea con su hermano.

La mayoría de las personas allegadas a la familia que han accedido a hablar con EL PAÍS tenía al presunto parricida por una “buena persona” y le dedica adjetivos como “tranquilo” o “afable”. “Si te podía echar una mano, te la echaba”, señala Juan, su amigo de la infancia, uno de los chicos del barrio que se iniciaron juntos durante la adolescencia en el consumo de estupefacientes, y que una semana antes pasó todo un día con él. “Estaba medicado. Le daban metadona, pero se estaba desenganchando y tomaba antidepresivos. Yo creo que mezcló algo que no debía y su hermano se lo echó en cara”, especula este vecino.

Magdalena, una septuagenaria que conoce al detenido “desde que estaba en la barriga de su madre”, que tiene un hijo de su misma edad, es de otra opinión. “No ha parado hasta que los ha matado. Los padres eran unos mártires. Y a su hermano lo llevaba por el camino de la amargura, le había dado varias palizas”, relata. Esta mujer vive en Juan XXIII desde el año 71, “cuando esto todavía era un barrio, cuando aún teníamos una sucursal de la CAM”, y no “una basura como ahora”, añade sin ira pero con resignación.

La cuesta de Bas Mingot es la principal vía del barrio, el escenario de otros episodios truculentos en la última década, entre ellos un tiroteo con un muerto. Hace tiempo que han desaparecido los comercios tradicionales: la droguería, el estanco, la panadería. Algunos inmigrantes asiáticos o africanos han comenzado a abrir nuevos negocios, pero la zona parece haber quedado anclada en la década de los 80.

Niños descamisados corretean por un descampado próximo a la escena del crimen en busca de manchas de sangre que mostrar a los periodistas. Sorprendentemente, en el solar yace como dormida una piragua de la que nadie puede dar razón. La llegada de cadenas de televisión desencadena una auténtica revolución. El barrio de Juan XXIII vuelve a estar en el foco de la noticia. “Y siempre por lo mismo”, lamenta un lugareño.




Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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