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Entrevista a Damián Bravo, un lorquino en Nepal

REDACCIÓN: ANA BELÉN MIÑARRO. PERIÓDICO EL LORQUINO.

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Entrevista a Damián Bravo, un lorquino en Nepal

Damián Bravo es de la pedanía lorquina del Campillo, pero gran parte de su vida transcurre muy lejos de nuestra tierra, entre algunas de las cumbres más emblemáticas del planeta. Amante de la naturaleza y las montañas , de espíritu libre y de alma aventurera, este lorquino de vida poco convencional nos invita en Periódico El Lorquino a conocer Nepal, el país de sus amores ; el territorio montañero por excelencia, asiento Himalaya y el Everest, donde las gentes, los paisajes y la cultura conquistan parte de su tiempo, de sus proyectos alejados de paredes y oficina y de su corazón.

¿Qué te movió a visitar Nepal por primera vez?

Llegué a través de un amigo francés que había estado un par de veces, compañero mío de escalada, al que conocí en Francia. A él le pilló allí el terremoto de Nepal y se quedó a trabajar allí; se tiró un mes repartiendo plástico para tejados. Para mí era un sueño, pero no me lo había planteado. Él me facilitó las cosas y, al final, me di cuenta de que no es necesario tanto inglés ni tanto dinero.

¿Y a qué te dedicas allí?

Mitad a la montaña, mitad a los proyectos de voluntario. Respecto a la montaña, mi gran pasión, hacemos trekking y exploración sin guía ni sherpa, a la vieja escuela, por nosotros mismos. También hacemos proyectos de voluntariado.

¿ Qué actividades estáis llevando a cabo en ese ámbito?

Entre 2017 y 2018 hemos estado colaborando con la asociación de una amiga, llamada Enfants de Kavresthali que ayuda a desarrollar la permacultura; reparto de semilla libre, diseño y jardinería, formas de aprovechar el espacio y de proteger la tierra y la introducción de plantas de cultivo diferentes para que puedan diversificar su dieta. También colaboramos en el proyecto de mi amigo francés, Simón; se llama Du coeur a l’action ( ducoeuralaction.org)y se ocupa, entre otras cosas, de la reconstrucción de colegios y nuevas formas de arquitectura. De hecho, este año mi compañero llevará a cabo la ecoconstrucción de una casa comunal en febrero de este año (yo no estaré). A su vez colaboramos con Chimding foundation, una asociación holandesa que se ocupa de la creación de bibliotecas, reconstrucción de colegios, creación de energía mediante un molino hidráulico…

A mi vuelta a Nepal, en 2020, colaboraré con el proyecto “Semillas solidarias”, de la asociación Du coeur a l’action ; vamos a financiar tres viveros municipales, y a distribuir semillas de árboles de frutos secos libres genéticamente; trabajaremos con distintas variedades de nogal y almendros, y así crearemos puestos de trabajo para que una persona se pueda encargar de ellos. Estaremos hasta que puedan llevar el proyecto adelante ellos solos. Hay muchísimas pequeñas asociaciones pequeñas en Nepal.

Háblanos un poquito del país. ¿Qué destacarías de él?

Destaco las dimensiones de las cosas, todo es a lo grande, a lo bestia. Su naturaleza es inmensa, hay ochenta y cuatro etnias diferentes, y cada etnia tiene su propia lengua (¡hay más de doscientas) que viven en paz a pesar de sus dificultades. L a gente de los valles es diferente a la de Katmandú, que está , digamos, más occidentalizada. Katmandú es polvorienta, ( los occidentales se suelen poner una máscara al llegar) aunque con olores agradables. Y muy rica en caras, en gente diferente. Ciudades hay sólo dos o tres, es un país eminentemente rural , donde gran parte de la población vive en el campo, como bisabuelos . Las nuevas generaciones tienden a irse a Katmandú, algunos vuelven y otros se quedan allí y se occidentalizan, pero siempre habrá gente en la montaña. De todas formas, he explorado poco la ciudad porque no voy de turismo, a mí me interesa la naturaleza.

¿ Cómo son sus gentes, y su cultura?

Son muy diferentes a nosotros en cuanto a cómo viven el tiempo, el presente. Viven el día a día y no piensan en el mañana, si tienen trabajo dos semanas hay tres días que no van a trabajar porque ya tienen suficiente, trabajan fuerte pero disfrutan. Hay menos estrés y depresión, claro, pero te tienes que hacer a esa tranquilidad. Es un carácter optimista.

En la montaña hacen sus propias bebidas alcohólicas, cultivan su propio arroz, maíz y avena. En los valles, los jóvenes son más maduros y tienen responsabilidades que aquí no aceptarían. Son muy hospitalarios, sin complejos, a mí me han dado casa desde el primer día. Ellos confían en la gente, hay poquísimos robos y no he visto ninguna pelea, como sí las hay aquí. Además son muy religiosos pero la viven de verdad, con un sentimiento muy interiorizado.

En la montaña vive gente muy aislada y muy sola. Encontramos a un pastor a 4.000 metros de altura, viviendo solo con sus yaks, un tipo vegetariano, culto, con un gran inglés. Y feliz. ¡ Nunca me había encontrado a gente tan al extremo!

También entienden el ocio de forma muy diferente a como lo entendemos nosotros. En el campo, hay un juego que se llama billar afgano, y, por las tardes, también juegan al voleibol. En occidente, el ocio es una forma de consumo pero ellos no entienden el ir a un bar y gastar. Pero sí tienen curiosidad por conocer. Y suelen poner la televisión en un pueblo para ver los partidos ,al menos hasta donde llega la carretera. Se puede decir que las carreteras dividen el país en dos mundos .

¿Te costó mucho adaptarte en tu primera estancia en el país?

La verdad es que no, porque anteriormente había tenido en África, en un voluntariado y aquellos principios fueron duros: allí era el único blanco, no sabía el idioma y tuve que hacer un curso superintensivo sobre el terreno; así que llegué a Nepal vacunado, yo ya iba mentalizado de que aquí las cosas iban a ser muy diferentes.

¿Qué es lo que te atrapa del país y lo que te hace volver?

Sus montañas , y la gente de sus valles; se aprende muchísimo de ellas, de la paciencia, de lo simple que es la vida y lo que la complicamos. Tengo allí un amigo, Buddha, que , a pesar de tener dinero y estar un poco occidentalizado, no necesita coche, ni piscina; trabaja poco, disfruta de sus hijos y aprovecha el tiempo de otra forma. Pero hablo de las zonas de montaña, porque las ciudades no son tan diferentes en trabajo y estrés.

En esas condiciones ¿ echas de menos algo de nuestra cultura en tus estancias en Nepal?

Hombre, claro, mi familia, mis amigos, y ese carácter tan nuestro, tan sociable, esa forma de comunicarnos de los españoles, como estamos hablando tu y yo ahora mismo. En algunos momentos concretos me gustaría teletransportarme. También te digo que los nepalíes no son extraterrestres; los que viven en los valles, por ejemplo, no están tan lejos de un pastor de Soria. En la comida y en la conexión con el campo estoy más cerca de ellos que de un australiano, por ejemplo.

¿Qué saben de España en aquel lugar del mundo?

En Katmandú me preguntaron por el problema de Cataluña ¡No daba crédito! Sobre todo, están informados sobre fútbol, conocen el Real Madrid y el Barcelona; y han oído hablar de Barcelona ya que los catalanes son un pueblo que viajan mucho y muchos han estado por aquellas tierras. Tengo que decir que este año me he encontrado a más españoles de voluntarios , incluso murcianos. El año pasado no había tantos… Está el país patas arriba y hay mucho que hacer. Imagínate, el año pasado se celebraron las primeras elecciones locales en 20 años. Hasta ahora, los pueblos no habían tenido sus representantes.

¿Cómo se ve, in situ, el Everest? ¿Cómo describes esa imagen, esa fotografía?

La época idónea para ver el Everest es en primavera, cuando haya una ventana de buen tiempo. Es muy bonito, está escondido entre todas las muchas montañas que le rodean. Fíjate que mi primera fotografía del Everest no era tal, era el Makalú. La verdad es que las dimensiones te ponen el pelo de punta.

Eres montañero y adoras Nepal. ¿Sueñas con escalar el Everest algún día?

No, no creo que lo haga nunca. El permiso más barato cuesta 60.000 euros , y americanos y australianos pueden pasar de los 120.000 euros y, aún así, nadie te asegura que llegues. El Everest es un negocio del gobierno que da de comer a mucha gente. Hay mucho tránsito de gente porque está permitido el oxígeno; yo lo prohibiría, porque eso está convirtiendo la zona en una romería de ego y postureo de gente que no siente la montaña de verdad. Para mí, escalar el Everest sin oxígeno es como hacer el tour de Francia con un motor en la bici.

Tengo una anécdota ; una vez estaba en el campamento base con Eli, una alpinista francesa de la vieja escuela que quiere subir los catorce ochomiles. Desde allí veíamos el turismo de lujo en la montaña , gentes en un helicóptero que subían a hacerse la foto, que parecían patos mareados a 4.000 metros de altitud. No valoran el esfuerzo , el conocimiento de tí mismo que te proporciona el alpinismo de verdad. La verdad es que mucha gente idealiza a los montañeros cuando es un mundo de ego, de postureo, con mucho negocio y muchos intereses en juego, y con muchas malas experiencias .

¿Cómo se ve España desde la lejanía?

En Nepal cambia todo por las dimensiones, pero el Everest no tiene nada que envidiarle al Mulhacén o al Aneto, por ejemplo. O a la Pedriza de Madrid, que es alucinante por sus formas. Pero es que tenemos maravillas más cerca, no hace falta ni siquiera irse a Asturias. A mí me encanta Sierra Nevada, y la valoro más si cabe después de mis estancias en Nepal. España es una preciosidad.

¿Recomiendas a los lorquinos visitar aquellas tierras?

¡Por supuesto! Animaría a todos, sobre todo, a ir a hacer trekking , a visitar sus pueblos y a consumir productos locales , ya que el turismo es su fuente de ingresos . Además es un país muy agradable y, sobre todo, muy seguro.

¿ Te quedan sueños viajeros y montañeros por cumplir?

Todos. Me quedan mil proyectos de montaña , de exploración. A medio plazo, volveré a Nepal en 2020. Iré para cinco meses , sin prisas , para aclimatarme bien. No concibo mi vida sólo en España ni en un trabajo convencional, de oficina, entre cuatro paredes. Mi vida está en la naturaleza, al aire libre.

“El alpinista es quien conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos lo soñaron”
Gaston Rébuffat

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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