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Martín Piñero, el Alcaide de Lorca más temido en la frontera

Historia y patrimonio

Martín Piñero, el Alcaide de Lorca más temido en la frontera

En homenaje al historiador lorquino José Luis Alonso Viñegla, fallecido con tan solo 58 años por una grave enfermedad en el año 2012. AVISO LEGAL: El relato que se reproduce a continuación se encuentra bajo derechos reservados de Copyright del autor, y bajo la autorización expresa de la familia del escritor de ser reproducidos en esta web de Periódico El Lorquino. Por lo tanto queda prohibida cualquier otra copia sin dicha autorización.


– LA BATALLA DE LOS CABALGADORES – LA HAZAÑA DE MARTIN PIÑERO » EL DEL BRAZO ARREMANGAO» EN LA RAMBLA DE NOGALTE.


En el año de mil cuatrocientos veinte y cuatro, el castillo de Lorca suponía la mejor defensa cristiana para asegurar la frontera con el reino nazarita de Granada, que todas las primaveras realizaba incursiones por el valle del Guadalentin, ambicioso de recuperar para los musulmanes tierras tan feraces, punto estratégico y paso obligado hacia el levante peninsular.

Era alcaide de Lorca, el caballero Martín Piñero, y su fama se había extendido por toda la nación andalusí, llegando hasta África las hazañas del cristiano que entraba a la pelea con el brazo arremangado.
El Príncipe de Bujía, Ebn-Rahó desafió públicamente en duelo singular a Martín, deseoso de emular las victorias de sus antepasados, y reuniendo un brillante y pertrechado ejército, atravesó el estrecho de Yabal al Tarik (la roca de Tarik = Gibraltar) y desembarcó en el Puerto de Almería, con gran júbilo de los andalusíes que deseaban vengar tantas derrotas sufridas.


Quisieron todos tomar las armas y acompañar al príncipe hasta Vera, y así reclutó una harka de quinientos caballos y seiscientos infantes, y con ellos se dirigió hacia Lorca.

Al llegar a Puerto Adentro, y contemplar extasiado la extensa llanura de Lorca, ordenó que los guerreros de infantería marcharan bordeando las faldas de la Sierra de Bejar, y que se ocultaran en las ramblas, mientras él con la caballería se dirigió hasta el valle haciendo alto a una legua y media hacia el Poniente, donde veía la población colgada en la montaña defendida por seis soberbias torres.
El imponente aspecto y situación elevada de sus murallas, exaltaron el ánimo de Ebn-Rahó, que lloró emocionado al contemplar la ciudad de sus ancestros, y que cegado por el honor ya se consideraba conquistador de la plaza fuerte, deseoso de devolverla a los muslimes después de más de siglo y medio en poder de cristianos.
Envió a Piñero un jinete, y el alcaide recibió al mensajero, al que escuchó desde las almenas de la Puerta de Nogalte:- ¡Mi Señor, el Príncipe de Bujía os reta en duelo singular, a vos y a todos los caballeros que quieran medir las armas con sus adalides¡A lo que contestó Piñero:- ¡Por Santiago que vuestro amo será cumplido ¡El Alcaide de Lorca mandó tocar la campana de alarma de la Torre Alfonsina. Mientras el correo galopaba tornando con los de Vera, se reunieron todos los hombres de armas, y Martín eligió cien caballeros, doscientos peones, y doscientos arqueros, y salieron de la fortaleza en busca de los moros. Los infantes siguieron por el pie de la Sierra del Caño y de la Peñarrubia hasta el paso de Nogalte, y el alcaide de Lorca, con la caballería avanzó por el valle hasta un aljibe donde estaban acampados los africanos y los nazaríes, que al ver a los de Lorca montaron en sus caballos y se aprestaron para la pelea.


Cuando los lorquinos comprobaron que las fuerzas musulmanas los cuadriplicaban, algunos optaron por esperar refuerzos de la ciudad, pero Martín Piñero, enojado por la vacilación de algunos desleales, convocó a las tropas y les dijo:
-“ ¡ Mi alférez y mi trompeta para ciento, yo para ducientos, y los demás para el resto¡. ¡Válganos Santa Maria la Real de las Huertas¡. ¡¡¡ Santiago y a ellos!!! “Y protegiéndose con el escudo, y con la lanza en su mano izquierda, arremetió contra los cuatrocientos moros, en un feroz combate a muerte, en la que ambos contendientes se buscaban envueltos en una espesa polvareda grisácea.
El Príncipe de Bujía y Piñero se embistieron, y en un lance el moro le hirió con su alfanje la pierna derecha, entonces ciego de cólera, el lorquino revolvió su caballo y se alzó sobre los estribos, y de un lanzazo atravesó el pecho de Ebn-Rahó y el cuello del alazán negro que montaba, quedando hombre y bestia unidos por la ensangrentada lanza. Piñero desenvainó su espada de doble hoja, de vara y media de larga y azuzó a los suyos contra los arraeces, pero los sarracenos al ver muerto a su jefe de aquella horrible guisa, pusiéronse en desbandada.

La infantería y los arqueros de Lorca sorprendieron a los moros en la rambla donde se alza la atalaya de la Torrecilla, y estos que no esperaban ser atacados se creyeron perdidos, y pensaron que toda una poderosa hueste les atacaba, y se imaginaron a los lorquinos como demonios exterminadores que venían sobre ellos para arrebatarle el corazón, y atemorizados se dejaron derrotar.

Este episodio celebre es conocido en la frontera, como “La batalla de los cabalgadores”, y fue recogido en sus versos por el afamado poeta cantor de las guerras granadinas, Ginés Pérez de Hita.
 

José Luis Alonso Viñegla. Periódico El Lorquino. – Leyendas de Lorca .- Resertvado el derecho de autor.


 

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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