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Te contamos la confirmación de alternativa del torero lorquino Paco Ureña en México

Tauromaquia

Te contamos la confirmación de alternativa del torero lorquino Paco Ureña en México

La espada cierra a Ureña de nuevo la puerta del triunfo en su confirmación en la Plaza México

Descastado juego de la corrida de Barralva, a excepción del primero. Lo más destacado lo hizo el lorquino.

13/02/2017. EL LORQUINO

Durante la pasada madrugada, a partir de las 23:30 hora española, el mundo taurino fue testigo –en vivo o a través del canal Toros TV– de un hecho inédito hasta ese momento en la Historia del Toreo: la confirmación de alternativa de un torero lorquino en la plaza más grande del mundo, la conocida como Plaza México, o, más popularmente, “el embudo de Insurgentes” en clara referencia a la sensación de convergencia hacia el ruedo que ese gran coliseo de más de 50.000 espectadores situado en la avenida del mismo nombre produce. El susodicho torero en cuestión no es otro que uno de los toreros revelación de las últimas temporadas y adalid de la recuperación de algo que parecía perdido en el toreo picotero de los últimos años: la verdad y la pureza.

La asistencia al coso no superó el cuarto de entrada, pero si tenemos en cuenta la magnificencia del aforo del edificio y que no se trataba de uno de los carteles estrella de la Temporada Grande, a lo que habría que añadirle los elevados precios del boletaje, estamos hablando de que unas 12.000 personas se congregaron para disfrutar de un espectáculo que si a la postre no resultó tan lucido como se esperaba fue por el juego de los toros de Barralva, ganadería mexicana que lidió seis ejemplares de sus dos líneas, la española Atanasio Fernández y la mexicana José Chafik, todos ellos muy bien presentados y de los cuales, salvo el primero, premiado por el juez de plaza con un exagerado arrastre lento (el equivalente mexicano a la vuelta al ruedo póstuma), ninguno se prestó al triunfo de los espadas.

Espadas sin espada, como fue el caso del lorquino Ureña, a quien su talón de Aquiles particular le volvió a fallar en el momento crucial de la lidia a “No que no”, el toro con el que confirmó la alternativa. Antes la lidia había transcurrido entre el asombro del público mexicano por el descubrimiento de un torero con mayúsculas, entregado y variado de capote y muleta desde el principio hasta el final; y la sensación de que faltó algo más ante un toro de franca embestida pero que no mereció el exagerado premio del arrastre lento, ya que si llegó al final de la lidia en las condiciones en las que llegó fue, aparte de por su propia condición, por los mimos que desde el principio puso su matador en que todo se le hiciera como corresponde a un animal de tan significativa importancia.

Y es que el confirmante fue todo ilusión y satisfacción desde el primer momento, materializadas ambas en una sonrisa de oreja a oreja y en una entrega y disposición absolutas. Se podría describir casi como la ilusión y la satisfacción de aquel niño que participa por primera vez tras mucho tiempo de preparación y de espera de un rito de paso como puede ser la Primera Comunión con la satisfacción del deber cumplido tras haber superado la catequesis iniciática, estrenando traje nuevo para tan destacado momento. En esta ocasión el terno elegido no podía haber sido más apropiado, tanto por su color como por su simbolismo: una auténtica obra de arte de hechura mexicana pero que por su bordado en blanco y oro recordaba la tradición artística y cofrade de su Lorca natal.

Ureña recibió con pasmosa tranquilidad a “No que no”, cuyo nombre ciertamente no presagiaba su posterior buen juego, y le enjaretó un largo saludo capotero compuesto de un ramillete de verónicas encajadas abrochadas con dos medias enroscándose el capote a la cintura que anticiparon lo que vendría después.

Después de un picotazo Paco quitó por ajustadas gaoneras y solicitó el cambio, ordenando a la cuadrilla que lo cuidase en banderillas. Y tras la ceremonia ritual de confirmación, “No que no” dijo “sí que sí” y embistió con nobleza y calidad a la muleta que la presentaba Ureña. Surgieron entonces buenas series de ligados derechazos rematadas con pases de pecho de pitón a rabo. Cuatro series de gran calidad que pusieron elevaron el nivel de la faena a cotas muy elevadas y calentaron al ya de por sí cálido público mexicano. Bajó el diapasón cuando cogió la muleta por la izquierda, no por falta de entrega del torero, sino porque el animal por ese pitón era menos colaborador. Aun así, surgieron por ese pitón naturales de ensueño, menos ligados que los derechazos, y bien rematados igualmente con los de pecho. Notando el torero que la intensidad de la faena había bajado, intentó calentar al público de nuevo mediante circulares invertidos de gran limpieza y perfecta ejecución, que parte del público postulado con el cornúpeta le acabó recriminando aduciendo la vuelta al toreo fundamental que probablemente el matador evitó temiendo que el animal se hubiese venido muy abajo. Aun así, cuando abrochó por manoletinas su labor y se disponía a entrar a matar, se olía a triunfo, pero dos pinchazos antes de la media estocada y el descabello definitivos le cerraron a Paco las puertas de la corona de laurel. Después vendría la concesión de un sorprendente arrastre lento para un toro que, pese a ser un buen colaborador, contó con medida fuerza y no fue el mismo por ambos pitones, y la ovación que reconocía el esfuerzo del torero.

Esa es la historia de una confirmación para la Historia, ya que el complicado cuarto, pese a permitir a Ureña mostrar toda su dimensión ante las circunstancias más difíciles, sacando de donde no había, no fue toro apto para el triunfo, pero sí muy válido para torero y aperitivo para aficionados ante una temporada del lorquino que se antoja decisiva. De nuevo el mal uso de los aceros redujo a un silencio una respuesta del público azteca que mereció mayor calidez.

Lo demás tiene poco que contar. En el caso de Arturo Saldívar porque fue la historia de un quiero y no puedo, mostrándose escaso de ideas y llegando a optar incluso por abreviar; y en el de Sergio Flores porque, pese a mostrar muy buen concepto y muy buena dimensión, vio reducidas sus posibilidades de triunfo por la nula colaboración de sus oponentes.

La ficha del festejo es la siguiente:

Plaza de Toros Monumental de México D.F. Domingo, 12 de febrero de 2017. Penúltima de la Temporada Grande.

Toros de Barralva, bien presentados y en general de nulas posibilidades, salvo el noble y colaborador primero, premiado con un excesivo arrastre lento, y el sexto.

Paco Ureña (de blanco y oro), que confirmó la alternativa, palmas y silencio.

Arturo Saldívar (de corinto y oro), silencio tras aviso y silencio.

Sergio Flores (de tabaco y plata), silencio y palmas.

Entrada: Un cuarto del aforo

La próxima actuación del lorquino, inicio de su temporada española, será el próximo sábado 25 en la plaza de toros de Vistalegre de Madrid, donde lidiará toros de La Palmosilla, con David Mora y Varea. Haro y Valencia le esperan en marzo. ¡Suerte!

Diego Antonio Reinaldos. Periódico EL LORQUINO.




Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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