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El 11 de mayo de 2011 a través de un poema

Lorca

El 11 de mayo de 2011 a través de un poema

Un reloj marcado

A Lorca

Lorca
Un instante que se congela en un parpadeo,
todo se mueve ante la inconsciencia, asustada,
doble susto que mueve y sitúa un punto en el mapa,
paciencia que quiebra a correr descalza en un paseo
acelerado, paralizada en un derrumbe
la conciencia, se paran los relojes, balanceo
de vidas enyesadas, vigas de recuerdos
que sucumben por mal construidas, desconsoladas,
manecillas de reloj que derriten de sudor
segundos interminables, tabiques de esclava
ruina, granizo de cristal cae de balcones
cuando la hora punta marca la tensión, cuencos
que recogen lágrimas de dolor y de arcilla,
mil pedazos de una esfera entrañable que estalla,
se para el tiempo de una ciudad ahora fantasma,
ráfaga, metralla de tierra que agrieta sueños,
ladrillos de caridad y seguros se esperan
en el tiempo anclado, en ese orbe, enterrado,
cábalas pobres, ambulancias que asustan de asma
alérgica, deambulan réplicas enérgicas,
marea humana que vaga sin nombre, busca auxilio,
solares que germinan entre escombros y brea,
idilio de construcción, pretender la misma estafa
a gente cansada, que ya no pasa una,
cera por hormigón en manos de algún constructor
que va por casas pintando de verde lo rojo,
en directo ve un Estado cómo la historia
se hace pedazos sobre sí, se quedó sin casa
Dios por un revuelo que creó su naturaleza,
relojes que marcaron al terminar su vida
asesinada de impacto, siete de la tarde,
cruel contacto, posible sino no prevenido,
embarque de huida a pie si hace falta, lloran clavos
de cuadros a la fuerza descolgados, juguetes
sin niños ni padres, blancos color tiza, pasta
dura de héroes que ayudan y el horror retratan
para intentar que el tiempo no se vuelva a parar,
azul y blanca sangre que se une en rojo ayer,
Semana Santa que volverá a la actualidad,
fuerte dolor de cabeza en un zumbido de enjambre,
furioso revoloteo que pide ayuda allá
donde puede, pobres estamentos, campamentos
que se quieren reubicar en la nada, nervios
a flor de piel, infartos de una comodidad
rota, desinflada entre angustia la burbuja
escolar, la rutina en la penumbra de un negro
trasladar, se intenta en un momento, el manual
y el digital, arreglar, volver en andar lento
a un nuevo amanecer que ahora señale minutos
de magia bruja e inquebrantable felicidad…

Nunca un temblor
me hizo ese daño,
nunca un reloj
se partió tanto.

José Javier Martínez Miñarro

Redacción de Periódico EL LORQUINO Noticias.

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